Gerardo Escobar tuvo un incidente en la autopista camino a ver al presidente por su nuevo cargo en el comité de investigaciones. El país, muy posiblemente chile acaba de salir de un gobierno totalitario, una dictadura. Tuvo suerte Gerardo al conseguir a una persona consiente que se parara a ayudarlo en la carretera por el pinchazo en la llanta que Gerardo experimentó. Al no tener un gato hidráulico (que su esposa Paulina le prestó a su madre), el doctor Roberto Miranda se ofreció a llevarlo a su casa. Fue entonces cuando Paulina se percata del suceso y al tener una revolver en la mano, la esconde cuando su esposo iba entrando a la casa y se despedía del doctor.
La pareja discute acerca de por qué había llegado tan temprano, quien lo había traído, qué fue lo que le sucedió, con quién estaba, entre muchas otras cosas. Básicamente tenían una discusión de pareja en la que existe infidelidad o inseguridad de confianza hacia Gerardo. También hablan acerca del nuevo cargo que le habían ofrecido a Gerardo el cual ya había aceptado aun sin consultar a Paulina. A la hora, posiblemente Gerardo y Paulina ya estaban en la cama, se escucha un coche llegar a la casa y se azota la puerta. Luego proceden los golpes tenues y luego cada vez más fuertes a la puerta. Gerardo procede a abrir y se encuentra con su salvador, el doctor Roberto Miranda. Éste se dio cuenta de lo importante que era el abogado Gerardo y su nuevo cargo que él iba a tomar en el comité de investigaciones del presidente y por lo tanto, consideró necesario llevarle a su casa su neumático que se había quedado en la cajuela. ¿Por qué? Era simple, una persona tan importante no debía der perder tiempo buscando al doctor para luego arreglar la llanta y poder arreglar el auto y así, poder trabajar. No, se le debe de ayudar a la gente que hará un cambio significativo al bien común. Además, Roberto Miranda había ido a felicitar a Gerardo por su nuevo cargo. Mientras tanto, Paulina iba escuchando la conversación completa desde la terraza. Concluyó en que el doctor acompañaría a Gerardo por la mañana a las 9 am para arreglar el auto. Sin embargo, su casa estaba sola, sin comida, y a 45 minutos de camino ya que su esposa e hijos habían ido a Disney y es por ello que Gerardo ofreció al doctor que se quedara a dormir. Paulina regresa al dormitorio cuando Gerardo está por regresar a la cama. Cuando todos están dormidos, Paulina se lleva el auto del doctor, entra y sale de las habitaciones, pareciera que arrastra un cuerpo y efectivamente, amarra el inconsciente cuerpo del doctor a una silla y al despertarse, empieza a hablar con él apuntándole con un arma. Le habla del desayuno, de Schuberr entre otras cosas que le traen malos recuerdos. Procede a despertar a su marido.
Comenta que es el mismo doctor que la tenía secuestrada, el que la atendió, la torturó, experimentó con ella y la violó muchas veces. Estaba segura a pesar de que su única prueba era el hecho de que había reconocido su voz. Sin embargo, Gerardo no está seguro y no le cree ya que Roberto Miranda parece ser una buena persona que le ayudó cuando estaba en aprietos. A Paulina no parce importarle; no le permite a su marido ayudar a esa “lacra de persona” y le tiene apuntando con un arma. Gerardo intenta hablar a solas con su esposa y convencerla de que deje ir al pobre médico. Sólo consigue quitarle la mordaza.
Roberto mencionaba una y otra vez que él no sabía de qué estaba hablando Paulina y de que era inocente. Cada vez que tenía que ir al baño, era Paulina quien lo llevaba. Mientras tanto, ella lo seguía culpando de todas las horrendas cosas que le habían hecho estando secuestrada. Gerardo tiene miedo de que Paulina vaya a matar al doctor ya que su esposa sería una asesina y él tendría que renunciar a su cargo. ¡Sus vidas estarían arruinadas! Gerardo y Paulina siguen hablando acerca del doctor y ella le comenta que no sólo reconoce su voz, sino su olor y su piel también. Le dice que él mismo le había prometido que asesinaría al maldito que la maltrató (pero ya habían pasado 15 años desde entonces). Continúa la plática y Gerardo comenta qué pararía si en verdad fuera culpable y entregara una confesión. Paulina habría querido hacerle todo lo que le habían hecho a ella; torturarlo, violarlo, entre otras cosas. Sin embargo, se dio cuenta de que no era viable y por lo tanto, le bastaba una confesión grabada, escrita y firmada. Después lo dejaría ir. Pero al estar ella segura de que era él el culpable, no aceptaría el hecho de que no confesara por lo que estaba dispuesta a tenerlo encerrado por meses si era necesario (nadie sabía dónde estaba él).
Gerardo le comunica al doctor que la única manera de poder soltarlo es dando una confesión. El doctor no le parece ya que decía no ser culpable de nada. Gerardo únicamente le repetía una y otra vez que ésa era la única manera de poder liberarlo. Roberto empieza a hablar brusco y hace enojar a Gerardo quien amenaza a ir por su esposa con quien el doctor tendría que hablar para salir por su cuenta del aprieto (Gerardo no quería ser el intermediario).
Gerardo le pide a su esposa que le cuenta una vez más acerca de lo que le habían hecho para poder comentárselo al doctor y que este pudiera hacer una confesión que concordara con lo sucedido (Gerardo buscó esta información con la escusa de que quería escucharlo de su esposa antes de que el “mal nacido” lo mencionara). Paulina le pide a Gerardo que le contara acerca de esa “prostituta” con que ella cachó a Gerardo al ser liberada. Gerardo defendía a la mujer, habían pasado ya dos meses y ella no aparecía, él ya había continuado con su vida. Finalmente, Paulina le contó todo a Gerardo y este le comunicó secretamente al doctor.
Roberto Miranda entonces pudo dar su confesión oral y después, lo hizo en papel. Tomando como concluido todo firmando el documento. Había mencionado que él examinaba a los secuestrados para que no murieran y les comunicaba a los secuestradores que podían y no hacer para mantener con vida a los detenidos. Él experimentaba distintas cosas (les ponía Schuberr para tranquilizar a los detenidos) y poco a poco le fue llamando la atención hasta qué punto podría soportar el cuerpo humano y por lo tanto, los torturaba. De igual manera, le llamaba la atención el sexo y por ello violaba.
Paulina le tiró las llaves del auto a Gerardo para que lo fuera a buscar y eso fue lo que él hizo. Paulina había quedado sola con Roberto Miranda y estaba pensando en darle un tiro en la cabeza rompiendo su acuerdo. Roberto Miranda le decía a Paulina que no podía hacer eso, que él era inocente. Como podía ser inocente si había confesado y todo encajaba perfectamente. Él le comentó que Gerardo le comunicó todo y fue así como hicieron una confesión falsa. Paulina está enterada de esto, pero le comentó que había cambiado algunas cosas como el nombre de “el fanta” por “el chanta”. Resultaba que el mismo doctor había corregido el nombre por naturaleza. Roberto insistía en su inocencia y pedía terminar con esto de una vez por todas (espejos se despliegan en dirección al publico al empezar a contar regresivamente).
Gerardo y Paulina se encuentran en un concierto. Había ya terminado el evento y Gerardo aplaudía mientras que Paulina no movía un dedo. Gerardo empieza a hablar con el público y una señora da su testimonio. Aparece Roberto en escena con una luz tenue y los sigue hasta la fila donde están todos sentados. Él mira fijamente a Paulina y ella lo ve a él. Paulina se voltea y Roberto se queda viéndola. Las luces se bajan mientras la música sigue tocando.
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